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El apio (Apium graveolens), esa planta comestible que pertenece la familia de las apiáceas –también conocidas como umbelíferas–.

Caracterizado por un marcado sabor especiado, intenso, aromático y exótico.
Ligero y suave.

¿Sabías que... el fuerte olor del apio silvestre lo asociaron en la antigüedad con el culto a los muertos, y tal vez por ello las tumbas de los difuntos griegos se cubrían con guirnaldas de apio? Asimismo, entre los ornamentos de las momias egipcias se han encontrado restos de esta hortaliza.

Usado frecuentemente en la medicina tradicional china, sobre todo para tratar las infestaciones intestinales parasitarias. También resulta ser protagonista de la medicina ayurvética, utilizándose para paliar los síntomas de la artritis, el dolor menstrual y, en general, para el tratamiento de las enfermedades de hígado. En Grecia, el zumo de
apio era considerado un elixir para devolver la vitalidad y recomponer a los deportistas de alto impacto.

Su cultivo se remonta al siglo IX a.C. Fue muy utilizado, por ejemplo, por egipcios, romanos y griegos. Precisamente Hipócrates, ya en el siglo V a.C, recomendaba el uso de este vegetal como diurético. Sin embargo, durante la Edad Media los beneficios del apio se difundieron por toda Europa y, por ello, comenzó a incrementarse su cultivo.

No deja de sorprendernos por sus grandes propiedades para mantenernos saludables: digestivo, anti-inflamatorio, diurético, para combatir la retención de líquidos, antibacteriano, estimula el sistema inmunológico, combate acidez estomacal, con mucha fibra (ayuda a ir a hacer de vientre), ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre...

Y más propiedades excelentes, como por ejemplo:

• Rico en agua (90%) y buena fuente de fibra.
• Aporta casi todas las vitaminas y muchos minerales especialmente potasio y magnesio.
• Antibacteriano
• Diurético
• Antioxidante
• Saciante. Regulador de la dieta y equilibrante.
• Estimula la depuración del organismo, eliminando el ácido úrico y otros residuos tóxicos.
• Digestivo y antiflatulento.

En tu cesta viene en manojo, se come todo.

Se usa en crudo por ejemplo en ensaladas troceada (hoja y tallo) o en salsas o guisos. En muchos países los tallos de apio crudos se comen a modo de snack.

Del apio se comen las hojas y el tallo.

Se puede comer de varias maneras:
• Crudo en ensaladas
• Cocinado para dar sabor a nuestras sopas, cremas, salsas, caldos y guisos.
• También en zumo con otras hortalizas y/o frutas, y un chorro de limón.
• En algunos países se utiliza la sal de apio, que no es más que apio desecado (puedes deshidratarlo en el horno) y pulverizado.

Se puede usar como sustitutivo de la sal común para potenciar el sabor de otros alimentos en dietas bajas en sodio.

¿Sabías que... el apio es uno de los pocos vegetales que no pierde propiedades si lo cocinamos?
Podemos disfrutarlo tanto crudo como cocido y obtendremos los mismos beneficios.

¡Pon un toque de apio en tu vida y tu cocina!

Producida con cariño por
ASC Brotes Compartidos

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